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Raúl Castro: complemento de Fidel y guardián de la Revolución Cubana

El hermano y sucesor de Fidel Castro gobernó Cuba durante 10 años y ahora prepara una transición política dentro de la institucionalidad socialista de la isla para ceder el poder a las nuevas generaciones.

Raúl Castro: complemento de Fidel y guardián de la Revolución Cubana

Por: Santiago Peña Aranza

“Más de medio siglo de combate permanente ha enseñado a nuestro pueblo que la vacilación es sinónimo de derrota”: Raúl Castro.

Raúl Castro nació el 3 de junio de 1931 en Birán, antigua provincia de Oriente (hoy Holguín). Fue el menor de siete hermanos, hijo de un hacendado gallego y una cubana.

Pasó los primeros cinco años de su vida en la finca de su padre en Birán, luego fue como interno a estudiar a un colegio lasallista en Santiago de Cuba junto a sus hermanos Fidel y Ramón. Sin embargo, sus pésimos resultados académicos lo terminarían llevando a un colegio militar.

Gracias a la persuasión de Fidel, sus padres lo envían a La Habana a estudiar administración pública, pero no terminó sus estudios por sus actividades revolucionarias.

Contrario a lo que se podría pensar por haber estado siempre a la sombra de su hermano Fidel, Raúl fue más radical en términos ideológicos. Mientras el mayor de los Castro se destacaba como líder estudiantil en un partido reformista, el menor ya pertenecía a las juventudes de un partido socialista de corte soviético y viajaba a encuentros juveniles en países de Europa del Este.

Esos viajes que realizó Raúl a sus 22 años (1953) fueron determinantes para él y para el futuro de la Revolución puesto que entablaría amistad con Nikolái Leonov, un agente secreto de la KGB que habría ayudado a sentar la bases de la relación Cuba-URSS.

Al regresar a Cuba, sumaría sus esfuerzos a Fidel y sus compañeros para asaltar los cuarteles Moncada y Carlos Manuel Céspedes el 26 de julio del mismo año, pero 72 horas después serían capturados y condenados a 13 años de prisión.

Sin embargo, solo pasarían en la cárcel dos años. Una amnistía del propio dictador Fulgencio Batista permitiría que los jóvenes rebeldes viajaran a México a prepararse militar y políticamente para tomarse el poder. Allí conocerían al carismático argentino Ernesto Guevara, el "Ché", que sería fundamental para la victoria de la Revolución Cubana en enero de 1959.

La esposa del guerrillero argentino en su libro Mi vida con el Ché, describía a Raúl como alguien “simpático y alegre”, con ideas “muy claras acerca de para qué y para quiénes se iba a hacer la Revolución”. También cuenta que desde entonces tenía “ideas comunistas” y era un “gran admirador de la Unión Soviética”.

Desde México viajaron a Cuba a bordo del yate Granma. Una vez en la isla, fueron emboscados por las fuerzas del régimen de Batista. De 82 hombres sobrevivieron 12 que se internaron en la Sierra Maestra e iniciaron una efectiva guerra de guerrillas, con el apoyo del pueblo cubano.

Raúl se destacaría como comandante y organizador militar en el Segundo Frente en su natal provincia de Oriente, controlando una zona más grande que su hermano Fidel y generando un modelo administrativo eficiente que, según su Diario de campaña, le permitió aumentar su tropa de 53 hombres a 1.000 en nueve meses.

Según la historiadora Elizabeth Burgos en su ensayo Castrismo, imagen y puesta en escena, en ese entonces Raúl Castro “organizó un servicio de inteligencia, escuelas, hospitales y servicios administrativos que sirvieron de núcleo para el futuro Estado cubano impuesto por la Revolución”.

El complemento de Fidel

La vida de Raúl siempre estuvo ligada y a la sombra de la de su hermano, sin embargo su importancia dentro del sistema político cubano nunca ha sido de segundo orden.

Según el exanalista de la CIA, Brian Latell, en su libro Después de Fidel: la historia secreta del régimen de Castro y quién lo sucederá, “Raúl ha sido el aliado indispensable, el forjador de la institución que es el pilar por excelencia del Estado: las Fuerzas Armadas”.

La historiadora Burgos describe la relación entre los hermanos Castro como “excepcional y tal vez única en el panorama de poder latinoamericano e incluso del mundo: el que un jefe de Estado le confíe la organización y el mando de las Fuerzas Armadas, de por vida, a un hombre porque sabe que jamás va a conspirar en su contra ni intentará tomar el poder”.

En este sentido, Fidel pudo gobernar la isla y desarrollar un liderazgo mundial durante décadas sin el temor a un golpe militar, además tuvo a un complemento perfecto para fortalecer sus propias debilidades.

Latell lo explica bien: “Talentos, estilos y gustos se complementan en uno y en otro. Donde Raúl falla –comunicación, planes estratégicos, manejo de las crisis-, Fidel es [era] el maestro absoluto. En cambio, Fidel flaquea [flaqueaba] en sentido de organización y gestión, campos en los cuales Raúl es el experto”.

La importancia del menor de los Castro se ve claramente en un asunto tan delicado como la Crisis de los Misiles de 1962: fue él quien, por instrucciones de Fidel, ultimó los detalles del acuerdo con Nikita Kruschov para la instalación de ojivas nucleares en la isla, según cuenta Alcibíades Hidalgo, ex jefe de despacho de Raúl en su ensayo Nostálgico del comunismo, desconfiado de los intelectuales.

La lealtad entre los Castro fue tal, que “los soviéticos pensaban que Raúl era su hombre en La Habana, pero en realidad era el hombre de Fidel en Moscú”, según cuenta el exagente de la CIA.

El sucesor reformista

“A mí no me eligieron Presidente para restaurar el capitalismo en Cuba, ni para entregar la Revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo”: Raúl Castro.

En julio de 2006 asumió funciones como presidente interino de la isla, reemplazando temporalmente a su hermano por problemas de salud. En febrero de 2008 es elegido presidente del Consejo de Estado, sucediendo a Fidel en la jefatura del país.

En los 12 años de su gobierno, Raúl implementó una serie de reformas que cambiarían la vida en la isla. Las medidas fueron calificadas como “significativas” por sus simpatizantes e “insuficientes” por sus detractores.

El restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, el viejo enemigo de la Guerra Fría, liderado por Obama, fue quizá el cambio más visible a nivel mundial aunque ahora sufre un revés con la presidencia de Donald Trump.

En el tema migratorio, Raúl flexibilizó la férrea política que impedía a los cubanos salir y regresar a la isla. También ablandó las restricciones a la iniciativa privada y se estudia la posibilidad de legalizar pequeñas y medianas empresas.

En cuanto a lo político y económico también hubo cambios. Se limitó a diez años (máximo dos mandatos de cinco años) la permanencia en el cargo del jefe de Estado, posición que ocupó Fidel durante casi cincuenta años; y se renegoció la deuda externa de la isla, congelada desde los años ochenta, llegando a un acuerdo de pago que permitirá el acceso a nuevos créditos.

Ahora, gracias a Raúl, en Cuba se pueden comprar y vender carros y viviendas; y hay acceso a Internet aunque aún con restricciones.

Líder de la transición

"La juventud cubana está llamada a tomar el relevo de la generación fundadora de la Revolución y, para conducir la gran fuerza de las masas, requiere de una vanguardia que convenza y movilice": Raúl Castro.

Desde que Fidel Castro delegó provisionalmente a su hermano para hacerse cargo del gobierno en 2006, empezó una transición lenta, organizada y dentro de la institucionalidad construida por la Revolución Cubana.

Raúl, de casi 87 años y uno de los principales arquitectos de esa institucionalidad, entiende que el legado revolucionario depende de un efectivo relevo generacional que siga adelantando las reformas necesarias para mantener el modelo socialista y resistir el bloqueo de Estados Unidos.

En ese relevo generacional, Miguel Díaz-Canel, un ingeniero de 57 años elogiado por el propio Raúl en la clausura de la VIII legislatura de la Sesión Constitutiva de la Asamblea Nacional del Poder Popular, sería el posible sucesor en el máximo cargo del Estado.

La difícil tarea no la emprenderá solo en principio. Raúl continuará teniendo el poder real siendo el primer secretario del Partido Comunista al menos hasta 2021, y mientras viva vigilará que todo se desarrolle según lo que debe haber planeado en los últimos años.

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